lunes, 9 de diciembre de 2013

QUIERO SER TU PINO EN ESTA NAVIDAD


Quiero ser tu pino en esta Navidad 


El árbol de Navidad es algo más que un adorno, es una forma de vivir con más intensidad la espera del Señor Jesucristo.
Esta Navidad quiero ser tu pino Señor. Un pino sencillo de los que nacen en las sierras, pero con unas ramas verdes y frescas, alimentado por la sabia de tu vida divina.

Como un reflejo tuyo, mi forma sera como  de palomar, signo del Espiritu  Santo y si una rama sobresale demasiado, hazme sensible para cortarla a tiempo antes de que me deforme demasiado.

Empezaré a limpiar mi tronco y mis ramas, de todo musgo o heno que tenga. Y así poco a poco quitaré todo lo que me estorba; mi egoismo, mis envidias, mis incomprensiones, mi orgullo, mi soberbia, que como "plaga" crecen sin que yo me de cuenta. Como un recuerdo de todas las estrellas que brillaron esa noche bendita en que Tú naciste, me llenaré de foquitos de colores para reflejar a los demás la alegría de Tú venida al mundo.
Escogeré unas esferas doradas, las más brillantes para que representen todas mis ALABANZAS, por el sol que sale cada día, por las estrellas, por los atardeceres tan hermosos, y por todas las maravillas del mundo que Tú creeaste para nosotros, por ser nuestro Ser Supremo. Continuare con muchas esferas rojas, que representan mis PETICIONES. Te pido que hagas de mi un instrumento de Tú AMOR.
Te pido por mi familia, mis amigos, mi comunidad,  Por mi Patria para que sea un país donde Tú siempre reines. Que jamás el desaliento, entre en mi corazón. Te pido me unjas con tu Santo Espíritu y con el, la verdadera SABIDURIA QUE VIENE DE TI. Dame Señor lo que Tú sabes me conviene y yo no se pedir. Dame mucha paciencia y humildad.
Dame prudencia para nunca herir a nadie y dame caridad para tener un corazón grande que sepa amar.
Pondré tambien unas esferas azules, para pedirte con ellas PERDON porque  no siempre he sido fiel, porque no he sabido dar ni perdonar, porque viendo "la luz" he preferido "la oscuridad", porque conociendo el bien he optado por "el mal".
Por último me llenaré de esferas plateadas, muy grandes que serán para darte GRACIAS, por todo lo que he recibido de Tí. GRACIAS porque me has otorgado salud, bienestar, alegría y satisfacciones. GRACIAS también por la enfermedad, las penas y los sufrimientos, aunque me cuesta trabajo decírtelo y aceptar tu voluntad. Tú sabes lo que hiciste. GRACIAS Señor por todo aquello que me acercó íntimamente más a Tí. Es tanto lo que tengo que agradecerte.

Y en la punta, con una luz muy intensa, pondré una estrella enorme, que me ilumine siempre, esa será mi Fe. Una Fe madura e inquebrantable, siempre en aumento, que se alimentará de tu  palabra. Por eso esa luz brillará para todo aquel que se acerque a mí, porque Tú brillas en mí. Yo quiero ser esta y todas las próximas Navidades, tu pino Señor. Lléname de alegría para participar a todos mis hermanos el gozo de poseerte Señor Jesús.

EXTRAS PARA RESPONDER MENSAJES DE NAVIDAD VARIADOS










domingo, 8 de diciembre de 2013

TARJETAS NAVIDEÑAS PARA IMPRIMIR






























¿Una Navidad sin Cristo o un Cristo sin Navidad?

Autor: P. Alberto Ramírez Mozqueda | Fuente: Catholic.net
¿Una Navidad sin Cristo o un Cristo sin Navidad?
Cristo vino porque Dios nos ama y porque quiere hacer sentir su amor entre nosotros. Yo me siento orgulloso porque mi Buen Padre Dios me ama.
 
¿Una Navidad sin Cristo o un Cristo sin Navidad?

Cristo en su Navidad es el puente tendido por Dios para acercarse a los hombres que él ama 

Cuentan que dos hermanos Roger y Alfonso cuyos terrenos colindaban, divididos sólo por un caudaloso río, un día tuvieron un altercado muy grande, al grado que Alfonso el hermano mayor quedó fuertemente resentido. Llamó éste a un carpintero, le narró lo del enojo con su hermano, le indicó que estaría de viaje por algún tiempo y señalando los límites del terreno, le indicó que cerca del granero había suficiente madera, para que hiciera algo, porque no quería volver a ver por mucho tiempo a su hermano.

El tiempo pasó, y a su vuelta, lo primero que hizo fue ir hasta el límite de sus terrenos, y se encontró con gran sorpresa de su parte, que el carpintero había construido precisamente un puente en el río que separaba su terreno del de su hermano. Y más grande fue su sorpresa, al darse cuenta de que su hermano Roger estaba cruzando el puente con paso firme y decidido y cuando estuvo cerca, lo abrazó efusivamente y le manifestó que cuando comenzaron a construir el puente, él percibió la señal del perdón de su hermano, y que ahora que él, Alfonso volvía, quería manifestarle su vergüenza por haberlo ofendido y quería pedirle perdón por la ofensa cometida.

La fábula no es lo mejor para situarnos, pero así quiero imaginarme hoy la llegada del Hijo de Dios, Jesucristo, hasta nuestra carne, hasta nuestra morada, convirtiéndose él mismo en el puente que uniría para siempre a nuestra humanidad caída, pecadora, desquiciada por su propio pecado, al Padre que dolorido, vio que el hombre, su creación máxima, en quien había puesto todo su amor y todo su cariño al crearle al frente de todo el universo, se le escapaba de sus manos.

Los teólogos dicen que Cristo vino a causa de nuestro pecado, yo prefiero decir que Cristo vino porque Dios nos amaba y porque quería hacer sentir precisamente su amor entre nosotros. Yo me siento orgulloso porque mi Buen Padre Dios me ama, y estoy seguro de que si no hubiera habido ninguna otra persona en el mundo, por mí y por ti, Cristo Jesús se habría encarnado. De hecho hay quien afirma que la Creación no estaría completa sin la venida de Cristo al mundo. Así, Cristo Jesús llega a ser entonces el culmen de la obra de la Creación, y cuando éste se encarna en María, la Madre del Señor, todo está listo para la redención del género humano.

Para esta Navidad me había propuesto ser sumamente breve, para dar espacio a que en el interior del corazòn, cada uno de nosotros sepamos acoger el misterio de todo un Dios que quiere hacerse hombre entre los hombres para llevarlos hacia él. Reciban tres consideraciones.

Primera: Es interesantísimo como San Mateo y San Lucas construyen artificiosamente pero con todo realismo, la genealogía de Cristo. Hay que caer en la cuenta de cómo los evangelistas tuvieron buen cuidado de situar perfectamente a Cristo en la historia y en la geografía, y por eso hacen remontar a Cristo hasta situarlo como descendiente de Abraham e incluso de Adán, el primero de los mortales sobre la tierra, para indicarnos hasta el cansancio que él se convierte en el Salvador de todos los hombres. Y sorprende que en su genealogía, no se dieran a la tarea de “limpiar” los tipos indeseables y las mujeres que no aparecen en la Escritura como de lo mejor, así aparecen algunos incestuosos, adulterinos otros, y aparecen también cuatro mujeres, cosa inaudita, porque en la sociedad machista en que vivió, la mujer no tenia que ser situada para nada en una genealogìa, porque ella era solo la que “engendraba” para el hombre y nada más. Por cierto que esas mujeres, por lo menos tres de ellas, no tuvieron una conducta francamente recomendable. Y si se las nombra, es para que quede claro que siendo ellas pecadoras, le darán oportunidad a Cristo de venir a salvar a su pueblo de todos sus pecados, además, porque siendo ellas extranjeras, Cristo tendrá la oportunidad de decir que la salvación es para todos los hombres y no solo para los orgullosos hebreos, y finalmente, si se las cita es porque ellas realizaron hechos muy beneméritos para el pueblo de Israel, y quisieron situarse al lado de los que esperaban la promesa de un futuro salvador.

Segunda. Otra de las sorpresas que nos deparan los Evangelistas es que tratándose de un hecho tan singular que partió en dos la historia de los hombres, ellos le dediquen tan solo unos cuántos renglones. A nosotros nos hubieran gustado muchos de los detalles que rodearon el gran acontecimiento del Hijo de Dios que se hace hombre. Pero en cambio, se detienen a considerar que los primeros que conocen del nacimiento de Jesús son los pastores, considerados despreciables en ese tiempo, como símbolo de todos los hombres a los que Cristo viene a salvar. Ellos que recibieron la noticia del nacimiento del Salvador, confían en el Ángel que les invita a ir a buscarlo. Ellos le creen y encuentran al niño Dios en brazos de su Madre y lo aceptan como signo de Dios, confían en la palabra salvadora y glorifican al Señor ofreciendo sus propios dones. Es la actitud que se nos invita a adoptar en esta Navidad, conocer al Hijo de Dios, al hijo de María, amarlo con todas las fibras del corazón y comenzar a imitarle en su ternura y su predilección por los más pequeños de los hombres.

Tercera. Si vemos que los evangelistas conceden tan poco espacio al acontecimiento ocurrido en la oscura aldea de Belén, tiene que ser por alguna razón poderosa, y en ese sentido el que nos da la clave es el Apóstol San Juan, que en el prólogo de su Evangelio, nos sitúa ante el Cristo con las verdaderas dimensiones del Hijo de Dios.

San Juan nos va a situar a Cristo como el que tiene la Palabra, el que ES la Palabra, para responder a aquellos que piensan en un Dios lejano, ocupado en sus propias cosas, y casi como un perro mudo que tiene nada que decir a los hombres. Él es el que viene a dar respuesta a ese gran sector de la población que crece día con día, de hombres ateos, haciéndoles sentir la cercanía de un Dios que tiene muchas cosas que decir, que va a explicarnos nuestra vida y nuestra incorporación al Dios que tiene en Cristo un nombre, una historia, una geografía, un corazón para amar y una salvación que ofrecer. San Juan nos hablará entonces de Cristo visto como el Verbo, la Vida, la Luz, la Gloria y la verdad y sobre todo nos hablará de Cristo como el Resucitado, como el Cristo Pascual que invita a seguirlo rumbo al Padre.

Dime cómo celebras tu Navidad, y te diré que clase de cristiano eres.


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  • Padre Alberto Ramírez Mozqueda 
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