miércoles, 21 de mayo de 2014

LETRAS PARA IMPRIMIR DE ANGELITOS























































MARCOS PARA FOTOS DE PRIMERA COMUNIÓN










ORACIÓN A MARÍA AUXILIADORA


NOVENA DE LA CONFIANZA
A LA VIRGEN MARÍA AUXILIADORA


Madre mía de mi vida,
auxilio de los cristianos, 
la pena que me atormenta, 
pongo en tus benditas manos. 
(Ave María)

Tú que sabes mis secretos, 
pues todos te los confío, 
da la paz a los turbados 
y alivio al corazón mío. 
(Ave María)

Y aunque tu amor no merezco, 
nadie recurre a Ti en vano, 
pues eres Madre de Dios 
y Auxilio de los cristianos. 
(Ave María)
Finalmente, se reza la oración de San Bernardo:


Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Madre, Virgen de las vírgenes! Y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, ¡oh Madre de Dios!, mis humildes súplicas, antes bien, inclinad a ellas vuestros oídos y dignaos atenderlas favorablemente.

IMÁGENES DEL AVE MARÍA PURÍSIMA - VIRGEN MARÍA




LAS PALABRAS DEL AVE MARÍA PARA MEDITAR

Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net Para meditar las palabras del Ave María
Dios te salve, Bendita. Y bendícenos a nosotros. Dios te salve, María, llena eres de gracia.


Para meditar las palabras del Ave María
Para meditar las palabras del Ave María
Vamos a meditar las palabras del Ave María, para que al repetirlas disfrutemos mas el Rosario


Dios te salve

Te saludo con todo mi amor
y con toda la alegría de mi corazón.´
Dios te salve, Bendita.
Y bendícenos a nosotros,
los hijos de la Bendita entre todas las mujeres.
Todos tus hijos del mundo,
en las ciudades populosas, en los valles y montañas de los cinco continentes
te saludan a diario cuando rezan el avemaría.
Yo me uno a ese coro de hijos amantes y felices,
Oh Madre bendita.
Sí, bendita mil veces, bendita para siempre.
Dios te salve…

María

Me encanta pronunciar tu nombre porque es el tuyo: María, Virgen María, Santa María de Guadalupe.
Tu nombre ha poblado de bellas iglesias
las ciudades y las montañas.
Lo pronuncian con grandísimo amor y ternura
los jóvenes, los adultos y los niños,
Tu nombre lo llevan con orgullo santo
millones de mujeres del mundo cristiano.
Porque te aman y porque quieren parecerse a Ti.
Necesitamos de verdad en nuestro mundo
muchas Marías que tengan un corazón
parecido al tuyo.
María bendita, míranos con tus ojos de cristal,
con tus ojos purísimos de paloma,
y llénanos de tu perfumada presencia,
de tu ternura inmensa, de tu fe y de tu amor.
Dios te salve, María…

Llena eres de gracia

Cántaro que rebosa de la gracia, de la vida de Dios,
de su amor inefable, de su santidad.
Más santa y pura que todos los santos,
más que los querubines y serafines.
Por eso la belleza de tu alma y de tu rostro
son el encanto de tu Dios.
Y el encanto de nosotros también.
Nos colma de tanta alegría
saber que nuestra madre es tan santa,
tan bella, tan pura y tan sencilla.
Así te saludó el ángel: Llena de gracia,
impresionado de tu alma.
Dios te salve, María, llena eres de gracia…

El Señor es contigo

Esta frase de la Biblia
siempre va después del “No tengas miedo”.
Desde que naciste Dios ha estado contigo,
porque te cuidó como a su perla preciosa,
a su rosa exquisita.
Él te preparó desde muy niña con sus manos santas
para que fueras después su Madre santa.
Todo el amor infinito de Dios
cuidando una flor llamada María.
Estuvo contigo en tus años de infancia
cuidando a la niña más bella,
más santa, más querida.
Te cuidó en la adolescencia preparando tu alma
y tu cuerpo bendito y santísimo para la maternidad.
El Señor está contigo: Te lo dijo un arcángel
y él sabía lo que decía.
Contigo estuvo en los años de tu embarazo,
dentro de tu seno, haciéndose un niño
por amor a nosotros.
Toda tu vida terrena estuvo contigo.
Y Tú estuviste con Él.
Fuiste madre, nueva Eva, corredentora.
Estuvo contigo en la cruz, muriendo junto a Ti.
También estuviste Tú con Él,
hasta que murió en el patíbulo
y pasó de los brazos muertos de la cruz
a los brazos vivos y amorosos de su madre.
Estuvo contigo en los años de tu soledad,
santificando a su madre amadísima,
para que llegara al cielo resplandeciente como el sol y blanca como la luna.
Contigo está y estará por toda la eternidad en el cielo.
Dios te salve, María, llena eres de gracia,
El Señor es contigo….

Bendita Tú eres entre todas las mujeres

¿Qué es Eva comparada contigo?
¿Qué son las mujeres de la tierra junto a Ti?
Tú eres la imagen perfecta, única
de la mujer que quiso crear.
Por eso, las mujeres, si no se llaman Marías,
al menos deben serlo, parecerse a Ti
que eres el modelo preciosísimo
de la mujer cristiana.
Querer llamarse como Tú es una buena elección.
Pero parecerse a Ti debe ser su ideal.
Modelo de niña y mujer,
adorable modelo de madre y esposa.
Porque Tú pasaste por todas las etapas
del crecimiento de la mujer,
enseñando cómo se puede ser una gran mujer,
una mujer santa, un apóstol de Jesús,
y, además, una mujer feliz...
Con muy poco presupuesto, en una casita humilde,
pero donde estaba Dios,
y donde Dios está nada hace falta.
La pobre casita de María rebosaba de amor,
de santidad y de felicidad.
Dios te salve, María, llena eres de gracia,
El Señor es contigo.
Bendita Tú eres entre todas las mujeres…

Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús

Bendita la flor, bendito también el fruto.
Jesús, el amado del Padre
ha nacido de Ti como la rosa del rosal.
La rosa pertenece al rosal.
Jesús te pertenece, es tuyo, hijo tuyo,
fruto de tus purísimas entrañas.
Y Tú eres de Jesús, toda de Jesús,
pues Él, además de ser hijo tuyo,
es tu Dios omnipotente,
del que te consideras su esclava.
Jesús y Tú sois, además, de nosotros.
Jesús, porque Tú nos lo diste,
en un gesto de amor único y lleno de misericordia…
Y Tú nos perteneces porque Él te convirtió en Madre,
en Madre nuestra.
Entre las palabras que siempre meditas
en tu corazón, están éstas:
“Ahí tienes a tu hijo, ahí tienes a tu madre”.
Para nosotros esta sola frase constituye
todo un evangelio, una buena nueva.
Si Jesús es nuestro, si María es nuestra,
¿qué dificultad nos podrá derrotar?
¡Qué poco felices nos atrevemos a ser
cuando nos han dado la llave de la felicidad,
de la felicidad completa y eterna!
Dios te salve, María, llena eres de gracia,
El Señor es contigo,
Bendita Tú eres entre todas las mujeres
Y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.

Santa María

Si María es tu nombre,
santa, santísima es tu sobrenombre,
La cualidad que siempre va con tu nombre.
Por eso tu nombre nos produce inmensa alegría
y al mismo tiempo gran respeto.
Santa María, dulce María, eres bellísimo jardín
donde crecen las flores más bellas.
Espiga dorada pletórica de fruto,
mística rosa, perfumada y más pura
que todas las rosas del mundo.
Santa María, dulce Madre, Virgen pura,
Reina bellísima y sencilla campesina
de la entrañable campiña de Nazaret.

Madre de Dios

Te amamos como Madre nuestra
y te veneramos como madre de Dios,
grandeza incomparable que te ennoblece
y nos llena de orgullo santo,
porque nuestra madre es también madre de Dios.
Para tan alto privilegio se requería
una Madre virgen
una virgen santa
una mártir del alma
una criatura llena de gracia
y una humildísima esclava del Señor,
que supiera decir: Hágase en Mí según tu palabra.
¿Cómo pudiste poseer al mismo tiempo
la máxima grandeza
y la más fina y profunda humildad?
Dios te consideró digna madre suya.
Aceptó ser Hijo de tus entrañas.
Te hizo grande el que todo lo puede
y tú te hiciste pequeña como una esclava
al completo servicio de tu Señor.
Madre y esclava del Señor.
Como Madre de Dios
me infundes un respeto inmenso.
Como esclava del Señor una ternura infinita.

Ruega por nosotros, pecadores

Somos tus hijos pecadores
Somos hijos pródigos que hemos recorrido
los senderos del pecado y del hastío.
Fuimos hijos de una madre pecadora,
antes de ser aceptados por una Madre Inmaculada.
Ruega a tu Hijo omnipotente,
Tú que eres la omnipotencia suplicante.
Ruega siempre para que no nos engañe más
el padre de la mentira.
Dile a Jesús que no tenemos vino,
que se nos ha terminado la alegría y el amor.
Pide para nosotros el milagro de la resurrección
cuando caemos muertos de cansancio y de dolor.
El que dijo ser la resurrección y la vida es hijo tuyo.
El que dijo ser la Verdad y la Vida, te llama Madre.
Entonces, suplícale que nos otorgue
la resurrección y la vida.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores…

Ahora…

El día de hoy,
El día de las oportunidades de santificarnos
o de pecar.
Hoy, el día al que le basta su afán.
El único día que tenemos en las manos.
Que lo llenemos de amor y de bondad.
Ahora líbranos de caer en la tentación.
Hoy que sepamos amar a nuestros prójimos,
Hoy que no endurezcamos el corazón,
Hoy que oigamos la voz del Espíritu Santo.
Ahora, en este presente que se transforma
constantemente en futuro.
Hoy, que el día de hoy amemos, nos santifiquemos,
Seamos instrumentos de la paz de Jesús.
Hoy, en esta pequeña vida que es el día presente.

Y en la hora de nuestra muerte. Amén.

En ese momento en el que se juega
nuestra salvación eterna.
Ese último día que sepamos decir
un último “Te amo en este mundo”
para repetirlo en la otra vida por siempre.
Ruega por los que en ese momento
no están preparados,
para que si no vivieron en gracia,
mueran en gracia de Dios
y no vayan al eterno dolor.
Ruega por los niños cuyo primer día de vida
coincide con el de su terrible muerte.
Así como lograste que el buen ladrón
se arrepintiera el día de su muerte,
consigue esa misma gracia a los pecadores
más rudos, a los que no aceptan a tu Hijo.
Une a la misericordia de Dios, tu bondad maternal
para salvarles de las garras de Satanás,
de la eterna condenación.
Ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.




martes, 20 de mayo de 2014

LA SOLEDAD COMPAÑERA DE LA VIDA

Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
La soledad compañera de la vida
La soledad está en nuestras vidas, pero hay que saber amarla. Nos llevará al encuentro con Dios que llenará nuestras vidas porque El es todo amor.
La soledad compañera de la vida
La soledad es un sentimiento que nos llena el alma de un silencio frío y oscuro si no la sabemos encauzar. Hay rostros surcados de arrugas, de piel marchita, de labios sin frescura, de ojos empequeñecidos, turbios y apagados que nos hablan por si solos de la soledad. Si sus voces nos llegaran nos dirían de su cansancio, de su miedo, pero sobre todo de su soledad....

Pero no hace falta que seamos ancianos para que en la vida nos acompañe la soledad.

La soledad del sacerdote, aún los más jóvenes, con sus votos de obediencia, pobreza y castidad, pero a veces es más dura la soledad de su propio corazón, que aunque ayudado por la Gracia de Dios no deja de ser humano. Tienen que consolar a los seres que llegan hasta ellos con sus penas, con sus problemas pero su corazón no puede aferrarse a ninguna criatura de la tierra y a veces se sienten solos, muy solos, tan solo acompañados de una gran soledad

La soledad en la adolescencia, duele profundamente por nueva, por incomprensible...Los padres se están divorciando, se quiere a los dos, se necesita a los dos, pero para ellos parece que no existe ese ser que no acaba de comprender y que está muy solo. Ellos tienen sus pleitos, su mal humor. La mamá siempre llorando, el papá alzando la voz... para él nada... tal vez sientan hasta que haya nacido. Si se divorcian será un problema ¿Qué será de él?¡Qué gran soledad, qué amarga soledad!

Las monjas misioneras, los misioneros, lejos de sus seres queridos y en tierras extrañas.

Y la soledad en algunos matrimonios, esa soledad que ahoga, que asfixia...que como dice el poeta: "es más grande la soledad de dos en compañía". El hombre de grandes negocios, empresario importante, magnate en la sociedad que parece que lo tiene todo pero que en el fondo vive una gran soledad.

La soledad de las grandes luminarias siempre rodeadas de personas y siempre solas... Las esposas de los pilotos, de los marinos, de los médicos, saben de una gran soledad y ellos a su vez, en medio del cumplimiento del deber, también están solos. La soledad de las personas que han perdido al compañero o compañera de su vida, ese quedarse como partido en dos porque falta la otra mitad, ese no saber cómo vivir esas horas, ahora tan vacías, tan tristes, tan solas...

Si no convertimos esa soledad en compañía para otros seres quizá, más solos aún que nosotros mismos, si no llenamos ese vacío y esas horas con el fuego de nuestro amor para los que nos rodean y nos necesitan, esa soledad acabará por aniquilarnos, ahogándonos en el pozo de las más profunda depresión.

En realidad todos los seres humanos estamos solos. La soledad está en nuestras vidas pero hay que saber amarla. Si le tenemos miedo, si no la amamos y no aprendemos a vivir con ella, ella nos destruirá. Si le sabemos dar su verdadero sentido, ella nos enriquecerá y será la compañera perfecta para nuestro espíritu. Con ella podremos entrar en nuestra alma, con ella podremos hablar con nuestros más íntimos sentimientos.

Ella nos ayudará, ella, la soledad bien amada y deseada a veces, nos llevará al encuentro de nuestra propia identidad y luego al mejor conocimiento de Dios, que llenará nuestras vidas porque El es todo amor.




  • Preguntas o comentarios al autor
  • Ma. Esther de Ariño

    TARJETAS DE BENDICIONES













    DAR UN TIEMPO AL SILENCIO


    A LA VIRGEN MARÍA


    A la Virgen María
    Teresita Vázquez


    Mi alma engrandece al Señor 
    y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador.
    Porque ha mirado la humildad de su esclava.
    Por eso desde ahora me llamarán bienaventurada 
    todas las generaciones.
    Porque el Poderoso ha hecho en mí maravillas, 
    santo es su nombre.
    Y su misericordia alcanza de generación en generación 
    a los que le temen.
    Desplegó la fuerza de su brazo, 
    dispersó a los soberbios de corazón, 
    derribó a los potentados de sus tronos 
    y exaltó a los humildes.
    A los hambrientos les colmó de bienes 
    y a los ricos les despidió vacíos.
    Acogió a Israel, su siervo, 
    acordándose de su misericordia 
    -como habla anunciado a nuestros padres- 
    en favor de Abraham y su linaje por los siglos

    EL SECRETO DE LA FELICIDAD

    lunes, 19 de mayo de 2014

    LA FUERZA DEL SANTO ROSARIO

    La fuerza del Santo Rosario
     
    A lo largo de la historia se ha visto como el rezo del Santo Rosario pone al demonio fuera de la ruta del hombre y de la Iglesia. Llena de bendiciones a quienes lo rezan con devoción. Nuestra Madre del Cielo ha seguido promoviéndolo, principalmente en sus apariciones a los pastorcillos de Fátima.

    El Rosario es una verdadera fuente de gracias. María es medianera de las gracias de Dios. Dios ha querido que muchas gracias nos lleguen por su conducto, ya que fue por ella que nos llegó la salvación.

    Todo cristiano puede rezar el Rosario. Es una oración muy completa, ya que requiere del empleo simultáneo de tres potencias de la persona: física, vocal y espiritual. Las cuentas favorecen la concentración de la mente.

    Rezar el Rosario es como llevar diez flores a María en cada misterio. Es una manera de repetirle muchas veces lo mucho que la queremos. El amor y la piedad no se cansan nunca de repetir con frecuencia las mismas palabras, porque siempre contienen algo nuevo. Si lo rezamos todos los días, la Virgen nos llenará de gracias y nos ayudará a llegar al Cielo. María intercede por nosotros sus hijos y no nos deja de premiar con su ayuda. 

    Al rezarlo, recordamos con la mente y el corazón los misterios de la vida de Jesús y los misterios de la conducta admirable de María: los gozosos, los dolorosos, los luminosos y los gloriosos. Nos metemos en las escenas evangélicas: Belén, Nazaret, Jerusalén, el huerto de los Olivos, el Calvario, María al pie de la cruz, Cristo resucitado, el Cielo, todo esto pasa por nuestra mente mientras nuestros labios oran.

    JESÚS ES TU AMIGO

    Jesús es tu amigo. —El Amigo. —Con corazón de carne, como el tuyo. —Con ojos, de mirar amabilísimo, que lloraron por Lázaro... Y tanto como a Lázaro, te quiere a ti.

     San Josemaría Escrivá de Balaguer

    CAMINANDO CON FE


    Caminando con fe


    "El que con fe se acerca a Dios, no vuelve con la canasta vacía"

    "Fe es lo que da valor a las cosas que no podemos ver" 

    "Fe es acercarse a Dios"

    "Fe es llevar fruto aun en la debilidad"

    "Fe es la palabra de aliento para los que están en sufrimiento"

    "Fe es la justificación que tenemos para lograr la paz 
    con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo"

    "Fe es lo que recibimos al oír la palabra de Dios"

    "Fe es la que debe permanecer en nuestros corazones,
    junto con la esperanza y el amor."

    "Fe es lo que nos hace caminar confiados en los senderos 
    espirituales"

    "Fe es el escudo o defensa que tenemos los cristianos 
    para rechazar 

    "Fe para vivir con gozo y fe para morir en paz"
    gracia santificante, la he recobrado ahora por este acto de amor a Dios. Hago propósito de confesarme en el momento más oportuno.

    ORACIÓN DE UNA MADRE

    Autor: Original para sontushijos | Fuente: http://www.sontushijos.org
    Oración de una Madre
    Ayúdame a discernir qué es lo mejor para mis hijos en cada momento
     
    Oración de una Madre
    Oración de una Madre
    Según crecen nuestros hijos nos vamos dando cuenta de que la maternidad es algo mucho más complicado de lo que podíamos imaginar cuando nació nuestro primer hijo. Muchas veces nos preguntamos si lo estaremos haciendo bien: ¿no estaremos siendo demasiado permisivas? O, por el contrario, ¿no estaremos intentando controlar cada segundo de su vida conduciéndoles por un carril que tal vez no les conduzca a su desarrollo personal y, a la larga, hacia la felicidad? Verdaderamente no es fácil. Por eso es importante tratar con Dios todos estos temas de manera que nos ayude a discernir qué es lo mejor en cada momento. Y, cómo no, acudir a la Madre por excelencia, la Virgen Madre de Dios. He aquí una oración que le podemos dirigir:

    Querida Virgen María, madre mía y madre de mis hijos.

    Quiero acudir más a ti, especialmente en los momentos en que encuentre más difícil mi labor de madre.

    Ayúdame a discernir qué es lo mejor para mis hijos en cada momento. A veces, con los hechos, antepongo actividades que potencian más su preparación intelectual que otras que procuran su desarrollo como persona. Hazme desear en cada momento que sean mejores personas, mejores cristianos, antes que los más brillantes de la clase.

    Ayúdame a tener paciencia con ellos: que mi trato sea cada día más dulce y mis correcciones sean serenas - no un desahogo por mi enfado- . Que tenga presente que mi manera de tratarlos a ellos es el modelo que ellos tienen para tratar a los demás. Que mi trato hacia ellos les haga descubrir su gran dignidad. ¡Son hijos de Dios! Egoístillas, olvidadizos, desordenados, ... pero hijos de Dios, con un potencial inimaginable.

    Ayúdame a respetar su singularidad, sus limitaciones, sus defectos. Que nunca lleguen a pensar que les quiero menos por no ser los más listos, los más obedientes, los más responsables, ... Yo les quiero porque son ellos, únicos e irrepetibles, y Dios los ha puesto en mis manos para acercarlos cada día más a Él.

    Ayúdame a escucharles, a olvidarme de mis cosas para interesarme por las suyas. Aunque esté cansada, aunque me parezcan cosas banales. ¿Cómo voy a pretender que después me escuchen, si yo no lo hago?

    Ayúdame a ser firme a la hora de actuar: a veces es más cómodo hacer las cosas yo, que hacer que las hagan ellos; o pasar por alto actuaciones inadecuadas porque es más cómodo dejarlas pasar. Que siempre sepan que mi amor es incondicional, hagan las cosas bien o las hagan mal. Yo siempre les voy a querer.

    Ayúdame a querer cada día más a mi marido, su padre. Porque si de alguien han de aprender lo que verdaderamente es el amor entre un hombre y una mujer es de nosotros, no de una serie de televisión, o de una película romántica. Que vean que nuestro amor es atractivo, alegre, creativo, .... Y que se manifiesta cada día en detalles que ellos pueden ver (esto me daría para otra oración).

    Ayúdame a tener la convicción de que mis hijos y mi marido son el camino que Dios ha previsto para que yo, cada día, pueda ir construyendo mi santidad. Dame el convencimiento de que es precisamente con estos hijos – y no con los de mi vecina- con los que podré alcanzarla. Y será, cada día, cada mañana al despertarlos, discutiendo por las galletas en el desayuno, recordándoles que no se olviden de lavarse los dientes, insistiendo para que se hagan sus camas, ... y por la tarde, y por la noche, …

    Y cuando no sepa muy bien que hacer, déjame descansar en ti, Madre mía, porque donde no llego yo, llegas tú, antes, más y mejor. Porque tus tiempos no son siempre mis tiempos.
    Y yo, por mi parte, siempre les voy a enseñar que tienen dos madres: una en el Cielo, tú, y la otra en la Tierra, yo. Que en los momentos y lugares que yo no esté con ellos, siempre estarás Tú, velando, protegiendo, intercediendo, para que acudan a ti.

    Maternidad compartida. ¡Qué maravilla! ¿Qué más se puede pedir? Dios ha pensado en todo. Gracias Dios mío.

    LETRAS AMARILLAS GRANDES PARA IMPRIMIR

















































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