Palabras con sabor a Adviento.
BÚSQUEDA.
Sabemos que somos limitados y, por ello mismo,
queremos algo más. ¿No estará Dios
en el principio y final de todo?
VIGILANCIA.
No podemos perder el tren de la felicidad.
Cuando pase Jesús a nuestro lado
¿nos encontrará al borde de la estación o distraídos?
OJOS ABIERTOS.
Para no dejarnos embobar por los “diosecillos”
sin fundamento. Seducen pero, luego,
nos dejan tirados. Jesús nunca falla.
ORACIÓN.
Sin alimento, las personas, mueren.
Sin oración, los cristianos y su misma
vida cristiana, se debilitan.
LUZ.
Para ver en toda su intensidad lo que la Navidad
nos trae. Luz verdadera frente a la artificial.
Luz divina frente a la colorista, frívola y consumista.
PEREGRINACIÓN.
Somos peregrinos en busca del santuario del amor
de Dios en la tierra. Un santuario humilde, pequeño,
de carne y hueso: el Salvador.
VISITA.
Dios en persona se digna visitar al mundo.
Muchos, como entonces, no se percatarán
de su presencia. ¿Seremos nosotros del grupo
de los pastores o de los necios que cerraron
sus posadas a la Sagrada Familia?
APERTURA.
Necesitamos de alguien que toque nuestras entrañas.
La Navidad nos hace especialmente sensibles
a lo santo, a lo bueno. Quien no se abre
es difícil que intente comenzar de nuevo.
SILENCIO.
El Señor, al contrario que nuestras presencias,
viene precedido del silencio, de la pobreza
y de la austeridad. Son tres caminos que,
al hombre de hoy, se le hacen cuesta arriba:
ser moderados, ser pobres y vivir con lo necesario.
PREVENCIÓN.
El adviento nos exige optar por lo bueno
o por lo negativo; por el maligno o por Dios.
El demonio, una y otra vez, muestra su ingenio
con un solo fin: apartarnos del amor de Dios.
HUIDA.
De las grandes cárceles que el mundo construye
a nuestro alrededor, hacia esas otras celdas
(los corazones) en los que podemos sentirnos
libres alumbrados por la misericordia del Señor.
DESIERTO.
Los anacoretas se retiraban al desierto para orar
y mortificarse. Hoy, si queremos vivir intensamente
la Navidad, es bueno buscar espacios donde encontrar
la estrella auténtica que nos va a llevar
al Misterio Encarnado de Dios.
CONTENCIÓN.
El bien y el mal anidan en nuestro interior.
¿Cuál de las dos fuerzas vencerá? (preguntaba
un discípulo a su maestro espiritual).
Aquella que tú alimentes. El adviento es un tiempo
para no digerir alimentos que puedan perturbar
nuestra sensibilidad espiritual.
P. Javier Leoz