viernes, 7 de marzo de 2014

ORDENADOR ELECTRÓNICO

"Ordenador Electrónico"
Autor: Padre José Luis Hernando
Paz y bien para todos.


Aunque no se lo crean, ya hace muchos siglos el ser humano inventó eso de los ordenadores electrónicos. Cada cual tiene su propia computadora metida en la misma entraña de su persona. Funciona inmediata y automáticamente en relación con el trato de los demás.

Antes de que nos hable quien se acerque a nosotros.
Antes de que el nuevo vecino se mude al barrio.
Antes de que el nuevo jefe o compañero de trabajo nos dé los buenos días.

Ya los tenemos catalogados, encasillados y clasificados. Los datos que alimentan nuestro ordenador son de lo más variados. Simpático, pesado, agradable, dulce, amoroso, orgulloso, chusma, amargado, ligero, coqueta, fresco, atrevida, metiche, independiente, antiamericano, anticubano, cavernícola, liberal, liberada, sofisticada, ni pincha ni corta, por no decir otra cosa, hablador, callado, mosca muerta, educado, muy católico; y como la lista es infinita, pues dejo al buen lector experimentado en estos ordenadores para que siga añadiendo nuevos datos y elementos con los que trabaja el computador humano y precisamente el tuyo propio, que es distinto al de los demás.

Datos sacados de la imaginación, del afán de criticonería, de la envidia o de los prejuicios sociales o de la amargura que llevamos por dentro y que no podemos desahogar con el que nos amarga y la proyectamos a veces con el más infeliz. Comenzando por la Iglesia y siguiendo por Dios. Cuántos errores, equivocaciones, fracasos y descalabros por culpa de la persona humana cuando se convierte en máquina, en sabiondo, sin usar la razón, ni el amor y menos la paciencia. Sólo el tiempo y la esperanza pueden hacer callar tales computadoras para dejar que se enciendan las luces del razonamiento y de la madurez. Que serenen el apasionamiento, el sentimentalismo, la soberbia de saberlo todo y de hablarlo todo, la ligereza en el pensar, en el juzgar, en el amar.¿Cuántos son los amargados?

Una famosa pregunta que sería como objeto de grandes investigaciones y de grandes trabajos. ¿Cuántos son los amargados? Yo creo que entre todos los datos que aportamos a la larga lista, el de pesado es frecuente, pero tal vez el de amargado es el que le gana siempre. Y si juntamos ambos, pocos serán los que se vean libres de la luz acusadora del computador. Hay tanta gente amargada y amargante. Tanta gente desconfiada, asustada, agitada y sin paz con nada ni con nadie ni con ellos mismos.

 Si tienes paciencia, mi amigo lector, y un poco de humor, te quiero enumerar algunas circunstancias o maneras de amargarse. Casi siempre es problema mental. Nuestra mente no para de pensar, de imaginar, de calcular hasta que cae en la amargura y el fracaso, que sin existir aún, se da ya por hecho.Amargado es quien se olvida de las cosas buenas que hay en su vida, las personas que le quieren, los éxitos que ha logrado, las ilusiones que motivan la existencia, concentrándose sólo en lo negativo.

Este tal personaje es mejor que cambie de espejuelos mentales, más claros, menos oscuros, más positivos, menos negros, aunque la calle esté dura y oscura. Fuente de amarguras es el excesivo valor e importancia que damos al dinero. Nunca tendremos todo lo que queremos, y cuando tenemos lo que necesitamos, queremos más y al no tenerlo nos amargamos. Lo siento, pero la culpa es tuya. Disfruta de lo que tienes, sobre todo de la vida que es el mayor tesoro y el mejor regalo. Envidia a los que teniendo poco son capaces de disfrutar mucho, porque viven contentos sin amarguras tontas. La alegría no se compra ni se vende, se conquista con amor y con buenas compañías.

Y la gran felicidad no está en lograr todo lo que anhelamos, sino en disfrutar ya de lo mucho que tenemos.Por favor, no se haga la víctima antes de tiempo, ya llegará el momento en que será víctima de verdad ante el dolor inevitable o el problema inesperado. Mientras tanto, no se destruya haciéndose víctima con susceptibilidades, inseguridades y malos entendidos. No se deje desconcertar por tantos conflictos y luchas que surgen todos los días. Tampoco se pase el tiempo añorando otro lugar, otro trabajo, otro país u otra cosa donde nada ni nadie puede disturbar su paz. Sólo hay un lugar donde no hay problemas. ¿Saben cuál es? El cementerio. Si vives amargado, donde quiera que vayas llevarás contigo tu amargura. Caerás en la amargura también, si piensas que eres indispensable, con cualidades suficientes para ser promocionado, para tener otro trabajo, para ser mejor aceptado entre tus amistades o familiares.

 Precisamente si estas convencido de que vales, demuéstralo dándote a valer con tu madurez y con tu seguridad en ti mismo. Por supuesto que quien se crea superior, diferente y excepcional a todos los demás, se gana de gratis la amargura. Pensará que todo el mundo la tiene tomada con él, que nadie le comprende y es por eso, por ser un caso diferente y excepcional.No hay economía capaz de mantener a un médico y a un enfermo, crónicos, victimados y amargados. Por eso, por favor, no te tengas lástima. En vez de ser tu médico, trata de ser tu mejor amigo; alegre, natural, comprensivo, con sentido del humor, paciente. Siéntete hijo de Dios, él te mira con amor, no con lastima.

 Aunque, cuántas veces Dios tendrá que decir al vernos amargados, que pena y que lástima. Si ellos me conocieran más no se amargarían tanto.

Tengan mucha paz y mucho bien

DISEÑOS CATÓLICOS PARA IMPRIMIR























COMO CONQUISTAR LA PAZ INTERIOR


Cómo conquistar la paz interior

Hay personas que atraen, que sin querer ser el centro de la atención la captan con facilidad, con las que es agradable compartir, con las que uno se siente desde el principio como en familia; que tienen “un algo” que les hace amables (es más fácil quererles o amarles); estas personas tienen una característica común: la alegría.

Es que, cuando uno está cerca de alguien alegre te la pasas bien, no sólo por que nos hace reír, sino por que ve la vida con optimismo y eso es contagioso. No me refiero a los que se pasan haciendo bromas, algunas pesadas, a los que a veces hieren a quienes están a su alrededor para mostrar lo ingeniosos que son o a los que a veces “caen mal” por querer hacerse los chistosos o los demasiado simpáticos. No, me refiero a una actitud un poco más pasiva, pero que se nota enseguida, a las personas que transmiten paz. Para los que transmiten paz parecería que los problemas no existen, o que por lo menos no son tan graves. Y una persona que transmite paz está siempre feliz, siempre con una sonrisa en los labios, eso refleja algo que lleva dentro. Refleja la paz interior.

Yo me imagino a Jesús así. Siempre con una sonrisa, siempre con una palabra amable, dando ánimos y pasándola bien con los que están a su alrededor. Por eso, si viste la película de la Pasión de Mel Gibson, estarás de acuerdo conmigo de que la mejor escena es el flash back de cuando Jesús juega con su madre. 

Ese sentido de alegría constante, de paz es algo que atrae mucho a las personas. Pero cual es el secreto para conquistar esa paz. Quisiera comentar brevemente dos textos que nos pueden ayudar a buscar este significado:

1 Me escribes y copio: "Mi gozo y mi paz. Nunca podré tener verdadera alegría si no tengo paz. ¿Y qué es la paz? La paz es algo muy relacionado con la guerra. La paz es consecuencia de la victoria. La paz exige de mí una continua lucha. Sin lucha no podré tener paz". 

Este sencillo punto de camino nos pone ante una realidad bien clara, no se puede tener verdadera alegría sino se tiene paz. Desde este punto de vista, se ve cómo la paz del espíritu no puede ser resultado de un equilibrio, de hacer un mix entre “las cosas que nos gustan” y las cosas de Dios. Es más bien la realización de una tarea que empeña toda la vida, como es la lucha por llegar a nuestro último fin, llegar a Dios. 

La vida del hombre es un camino que puede llegar a distintos puertos, a distintos finales. Lo importante es que nuestro camino termine en Dios. Pero, durante este caminar debemos luchar contra algunos espejismos que se nos presentan agradables y atractivos, pero que nos conducen hacia la angustia y el miedo, que nos separan de nuestra meta. Estos espejismos son los del placer, los del culto al propio yo, los de la sensualidad o los de la pereza, que nos apartan del verdadero camino y de la verdadera fuente de la paz interior: el amor a Dios. 

El amor a Dios, que es nuestro último fin, no sólo corrige el apego a estos espejismos, falsos o aparentes, sino que llena y satisface todas las inclinaciones humanas, llenando el corazón de paz y de alegría. 

2 Nos interesa destacar el secreto de la insondable alegría que Jesús lleva dentro de sí y que le es propia. Es sobre todo el evangelio de san Juan el que nos descorre el velo, descubriéndonos las palabras íntimas del Hijo de Dios hecho hombre. Si Jesús irradia esa paz, esa seguridad, esa alegría, esa disponibilidad, se debe al amor inefable con que se sabe amado por su Padre. 

Podemos decir que Jesús tiene esa paz por que se sabe amado por su Padre, y por un Padre que es Todopoderoso. Y es que, quien puede tener miedo de algo cuando cuentas siempre con un Padre que te puede sacar adelante frente a cualquier problema, a cualquier dificultad. Si, como dice San Pablo, todo lo que sucede es para el bien de los que aman a Dios. Cómo perder la paz ante las contrariedades si todo lo que me pasa lo quiere Dios, si además ese Dios no me pide que gane todas las batallas sino simplemente que ponga lo mejor de mi. Sí, Dios sólo nos pide una buena voluntad. Y basta. Si tenemos buena voluntad se contenta con cualquier resultado. 

La paz cristiana procede del abandono en Dios, de arrojar sobre El todas las preocupaciones, tomando a cambio el yugo de su mansedumbre y humildad. El Señor es el único que puede dar la paz: «no os la doy, como la da el mundo» Jn 14,27, porque efectivamente nada ni nadie la puede quitar, porque es sobrenatural, fruto de la sabiduría de las cosas del espíritu, donación del Espíritu Santo, y anticipo de la paz y descanso perfecto, lleno de felicidad, del cielo.

Podemos decir que la paz interior incluye, en primer término, el conocimiento y la aceptación de sí mismo: de la propia realidad actual -en sus aspectos positivos y negativos, deslucidos y brillantes-, y de los vínculos -condicionamientos, derechos y deberes legítimos- libremente contraídos en el pasado. Pero la paz también comporta una visión prometedora y segura del propio futuro. Por eso, se le oponen la actitud de descontento habitual ante la vida, así como la incertidumbre del porvenir. Podemos terminar con la frase de la escritura que tantas veces nos repitió Juan Pablo II: “No tengáis miedo”, ni al presente ni al futuro que si nos decidimos a servir a Dios siempre encontraremos esta paz.
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