domingo, 15 de diciembre de 2013

PODCAST: ESPECIAL DE NAVIDAD PARA ESCUCHAR DEL PADRE MARIANO DE BLAS

Podcast: Especial de Navidad - Fiesta de la esperanza
Autor: P. Mariano de Blas
Reflexiones del Padre Mariano de Blas para esta hermosa época del año.
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Episodios:


Navidad para todos
Autor: P. Mariano de Blas
¿Ves a ese Niño indefenso? Es Dios, es para ti, te ofrece la alegría de vivir.
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12 de diciembre
Autor: P. Mariano de Blas
Miles de peregrinos perciben como si el ambiente se llenara de paz, todos los años pasa lo mismo, es la presencia de la Madre.
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La Guadalupana
Autor: P. Mariano de Blas
12 de diciembre, fecha en que la celestial Sra. vestida de princesa, se le apareció a Juan Diego en la colina del Tepeyac.
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Navidad eterna
Autor: P. Mariano de Blas
El amor se hizo carne, se hizo ternura. ¿Qué le ofrezco yo en esta Nochebuena al Niño?
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Navidad, fiesta de la esperanza
Autor: P. Mariano de Blas
Todas las criaturas de la naturaleza se disputaban el honor de calentarlo y alimentarlo, pero solo se le pidió al hombre un lugar en su corazón.
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Navidad, fiesta de los niños
Autor: P. Mariano de Blas
Los niños son los que más disfrutan la Navidad y los que son como ellos.
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Príncipe de la paz
Autor: P. Mariano de Blas
Es un Niño inocente, sus armas son el amor a Dios y a los hombres.
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Tarjetas de Navidad
Autor: P. Mariano de Blas
Cuanta felicidad se mandan los hombres unos a otros, de tanto desearse que la pasen bien, ¡realmente sucede!
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Un Redentor ¿para qué?
Autor: P. Mariano de Blas
Quienes gritan que no necesitan un redentor son quienes lo necesitan, ya que se sienten desengañados de la vida y las cosas.
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24 de diciembre
Autor: P. Mariano de Blas
La Navidad no está en las tiendas, la Navidad está en un pesebre, la Navidad es el Niño Jesús.
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31 de diciembre
Autor: P. Mariano de Blas
Es saludable buscar un rato de soledad para pensar en este año, para ver que nos queda de él y que se perdió.
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Como se pasa la vida
Autor: P. Mariano de Blas
Como se pasa la vida, la única, la que se vive solo una vez, la vida maravillosa o miserable, según se escoja.
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Feliz Navidad
Autor: P. Mariano de Blas
Si te sientes feliz en Navidad, no te extrañes, tienes derecho y razón de ser feliz en Navidad. "Paz a los hombres de buena voluntad".
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Gracias Navidad
Autor: P. Mariano de Blas
Busque un ser que me quisiera mucho, más que nadie y lo encontré en una cueva, era un Niño pequeño, eras Tú mi Señor.
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Gracias por haber dicho que si
Autor: P. Mariano de Blas
"Se solicita una madre para el Redentor de los hombres, ¿aceptas ser su madre?" dijo el mensajero
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Navidad en familia
Autor: P. Mariano de Blas
En estos días se siente la necesidad de estar en familia.. es la fiesta de la familia, a la familia de Nazaret modelo de todas las familias.
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Los niños inocentes
Autor: P. Mariano de Blas
Los niños de ese entonces murieron porque le estorbaban a Herodes, los de nuestros tiempos, siguen estorbando...
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Pastores de Belén
Autor: P. Mariano de Blas
Al nacimiento de Jesús fueron invitados los pastores por ser buenos y sencillos, dóciles al mensaje divino.
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Se quedo sin nada
Autor: P. Mariano de Blas
El favor que Dios te hace volviéndose hombre por ti, es mayor que todo, pero dime, ¿alguna vez le has dicho "gracias"?
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Tu nos eres necesario
Autor: P. Mariano de Blas
Hace 2000 años el hombre Te necesitaba, hoy Te necesita aún más, porque esta triste y desesperado, ha perdido el sentido de vivir.
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EXTRAS NAVIDEÑOS DE REYES MAGOS







NAVIDAD, SÍMBOLO Y SIGNIFICADO

Autor: Rodrigo Martínez Murillo | Fuente: Virtudes y valores
Navidad, símbolo y significado
El periodo navideño está adornado de multitud de símbolos tradicionales que ya han pasado a formar parte de nuestra cultura. Cada uno de estos elementos esconde tras de sí un significado profundo cuyo conocimiento nos ayudará a vivir una buena Navidad.




La Navidad es el período más feliz del año. La gente sonríe con más facilidad. Da gusto ir caminando por las calles y ver tiendas llenas de regalos, anuncios felicitándonos por la Navidad y el año Nuevo, adornos, luces, estrellas, árboles de Navidad, Santa Claus, nacimientos o belenes… Todos encuentran motivo para sentirse más hermanos, para reunirse en familia y dejar los problemas para después. Cada uno de los símbolos que tanto ambiente crean y tanto regocijo nos dan tiene un significado muy profundo. Muchos lo desconocen y se quedan sólo en el adorno, sin llegar a la rico significado que hay detrás de él.

Por ejemplo, la historia del popular árbol de Navidad. Los antiguos pueblos nórdicos europeos tenían la costumbre de adornar ciertos árboles de hojas perennes durante los últimos días de diciembre, durante el invierno, cuando toda la naturaleza parece muerta y fría. Su verde perenne era símbolo de la inmortalidad. Al convertirse al Cristianismo, los primeros cristianos, que eran muchas veces provenientes de la cultura pagana, conservaron la tradición, pero cambiaron totalmente el significado, refiriéndolo a Cristo como “Nuevo árbol de Jesé (Is. 11, 1-3).

San Bonifacio (680-754; obispo y mártir), patrón y evangelizador de Alemania, llegó a la ciudad de Geismar la víspera de la Navidad y cortó de raíz una encina considerada sagrada. En su lugar, al día siguiente, día de Navidad, plantó un pinito verde, y lo señaló como símbolo del nacimiento del Hijo de Dios. A partir de entonces un árbol verde adornado con objetos brillantes alumbra las casas, símbolo de la vida eterna que Cristo nos trajo al mundo, la perpetua primavera de la gracia. Del norte de Europa la tradición se extendió a los Estados Unidos y de ahí, al mundo entero.

El famoso Santa Claus es en su origen san Nicolás de Mira. Vivió en el siglo IV en Mira (la actual Turquía). Existen numerosas leyendas sobre su persona y la fama de su nobleza y generosidad. Por ejemplo, cuando era joven, arrojó por la chimenea una cuantiosa suma de dinero a un padre que no podía casar a sus hijas porque no tenía dinero para la dote. Su cuerpo fue trasladado a Bari, (sur de Italia) en 1087. Su fama de extendió por toda Europa, hasta llegar a Rusia de donde es copatrono junto con san Andrés. Los holandeses levantaron muchos altares en su honor y se cree que fueron colonizadores neerlandeses los que llevaron la devoción del santo a los Estados Unidos donde se difundió la fama de Santa Claus (este nombre es la deformación del original San Nikolaus).

La gran generosidad de la que hizo gala toda su vida le valió ser el simpático personaje que regala juguetes a los niños. Al inicio se le representaba con traje de obispo, como era en la realidad. La imaginación popular y la mercadotecnia han añadido el rubicundo anciano de barba larga y blanca, con un costal lleno de regalos a la espalda, la tronante y alegre risa, y el trineo volátil tirado por renos.

Es más evidente y en sí inmediato el significado religioso de los Nacimientos (en América Latina) o Belenes (en España). San Francisco de Asís fue el que instituyó esta costumbre. En la víspera de Navidad del 1223, movido por el deseo de revivir el nacimiento del Señor en el establo, montó el primer Nacimiento del que se tenga noticia en una cueva del bosque de Greccio (aldea italiana en la región toscana) con personas y animales reales.

El hecho obtiene simpatía entre la gente. La costumbre de representar la cueva de Belén en el período navideño se extiende por toda Europa y América. Esta tradición adquiere fuerza sobre todo en los países de cultura latina. En algunas partes hay concursos de belenes, donde se hacen verdaderas obras de arte.

La misma fecha de Navidad, el 25 de diciembre, tiene un origen peculiar. En la Roma pagana, anterior al Cristianismo, se celebraba la fiesta del nacimiento del sol invicto: natalis solis invicti en latín. Esta fecha era celebrada también por los celtas, germanos y otros pueblos antiguos. La fiesta tenía un significado religioso y psicológico. El 25 de diciembre coincide con el solsticio de invierno, el momento en el que el sol alumbra menos, pero empieza a su vez la prolongación de su imperio.

El astro de la luz había descendido en ese momento a su punto más débil, lo cual infundía al hombre primitivo terror de que las tinieblas pudieran apagarlo. Sin embargo, a partir del solsticio, el sol volvía a crecer en luz y calor, invicto e invencible. Celebrar ese resurgimiento tenía el significado de contraponer la luz a las sombras, la vida a la muerte. Los primeros cristianos vivían en la cultura romana, y conocían esos ritos.

El Cristianismo, que respeta lo que de positivo hay en las culturas, tomó el aspecto positivo de la fiesta. Jesús mismo se definió la “Luz del mundo”. Además, la misma posición del sol ayudó a cristianizar la celebración. Los paganos veían el oriente como el origen de la luz y de la vida, lux ex oriente, decían los latinos.

El Cristianismo, nacido en oriente respecto al antiguo mundo clásico aprovechó estos elementos de cultura y religiosidad para anunciar más fácilmente el mensaje cristiano. A partir de ahora el “sol” que nace será Cristo, y con Él la luz que ilumina nuestras almas en el camino a la salvación. Este mismo significado de la luz lo tienen las innumerables velas y luces que bellamente adornan el entorno navideño.

El mismo nombre de la celebración, Navidad, es la deformación castellana del latín nativitas, que propiamente significa nacimiento, nacimiento del Salvador. Hemos visto cómo muchas de las tradiciones han venido de ambiente pagano y se han cristianizado, pero el proceso que se verifica ahora es justo el contrario: tradiciones cristianas que se paganizan. El sentido de la Navidad ha desaparecido frente a las grandes ofertas navideñas. La gente prepara con semanas de antelación sus vacaciones navideñas, pero pocos saben lo que se celebra.

No es malo disfrutar de un buen descanso durante este período, que se goce de una buena cena, de unos buenos regalos y de la compañía de los seres queridos. Como cristianos, no somos ni materialistas ni maniqueos. Cristo vino a redimir al hombre entero, en su cuerpo y en su alma. Todos estos bienes materiales y sensibles son buenos y legítimos. Pero lo que no podemos aceptar es que el sentido de la Navidad se reduzca a ello. Hay tanta felicidad en el período navideño porque hay Uno que vino a salvarnos y esta es la fuente de la alegría y la celebración.

Dios quiera que esta Navidad sea diferente a las demás. Cuando veamos el árbol navideño, las luces, el Santa Claus, los belenes o nacimientos, que no nos quedemos en qué bonita decoración o qué bien se ve, sino que penetremos en el rico significado que quieren darnos: Jesucristo nace para darnos la luz y la vida inmortales.

Un período navideño vivido así, nos traerá más prosperidad y sosiego que los simples regalos y vacaciones. A la celebración material añadamos la celebración espiritual y tendremos un período plenamente feliz. Que al centro de las celebraciones, esté el celebrado y que no nos olvidemos del festejado en su fiesta. Si toda la fiesta la centramos en su significado espiritual, tendremos las navidades más felices y fecundas de nuestra vida.

¡Vence el mal con el bien!

TARJETAS DE SALUDOS DENAVIDAD PARA IMPRIMIR










PERDONAR ES BUENO PARA LA SALUD - MEDITACIONES DE ADVIENTO

Autor: Jesús Alberto Rangel C. | Fuente: autorescatólicos
Perdonar es bueno para la salud
El perdón no requiere que nosotros renunciemos a la justicia o que nos tratemos con personas a las que debiéramos despreciar
 
Perdonar es bueno para la salud
Perdonar es bueno para la salud
Una reflexión a la luz de investigaciones, donde se destaca además, que el perdón debe ser una forma de vida en la cual la Oración es de gran ayuda


De todos los hechos extraordinarios de la vida del Papa Juan Pablo II, pocos pueden compararse con los 21 minutos que paso en una celda de paredes blancas en la cárcel de Revibia, en Roma. Justo después de la Navidad de 1983, el Papa visito a Mehmet Ali Agca, el hombre que treinta meses antes le había disparado, en la Plaza de San Pedro. Le regaló a Agca un rosario de plata y algo mas: SU PERDON.

Naturalmente, hace falta una indulgencia como la de Cristo para perdonar a un presunto asesino.¿ Pero cuantos de nosotros estamos dispuestos a perdonar a un compañero conspirador, al que no nos acompañó en la campaña, e incluso al que nos quito el puesto en la cola o no nos cedió el paso en la vía?

La ausencia de perdón persistente, forma parte de la naturaleza humana, pero al parecer funciona en detrimento no solo de nuestro bienestar espiritual sino de nuestra salud física. Una importante revista norteamericana acaba de publicar, en edición en español un estudio sobre el tema donde se destaca que es uno de los campos de investigación mas tratados en la psicología clínica actualmente, con mas de 1200 estudios publicados, frente a los 58 que había en 1997. Hasta tiene su propia fundación-Compañía para la investigación sobre el perdón-que patrocina trabajos, conferencias, etc.

De acuerdo al reportaje, las investigaciones sugieren que el perdón funciona como mínimo de dos maneras: Una, reduciendo el estrés del estado de no perdón, una mezcla potente de amargura, ira, hostilidad, odio resentimiento y miedo ( de ser humillado y lastimado nuevamente). Estos tienen consecuencias fisiológicas especificas con presión arterial mas alta y cambios hormonales, vinculados con trastornos cardiovasculares, supresión inmunológica y hasta debilitamiento de la función neurológica y la memoria.

“Sucede todo el tiempo, pero cada vez que uno siente la ausencia de Perdón, tiene mas posibilidades de desarrollar un problema de salud”dice Everett Worthington, director de la Compañía de investigación sobre el Perdón. El otro beneficio que trae aparejado perdonar es más sutil; se relaciona con las investigaciones que muestran que las personas con redes sociales fuertes, de amigos, vecinos y familia, tienden a ser mas saludables que las solitarias. Alguien que alimenta rencores y lleva la cuenta de cada desaire, obviamente perderá algunas relaciones a lo largo de su vida.

De hecho, según muchos investigadores el perdón resulta ser un proceso asombrosamente complejo. Worthington distingue lo que denomina “perdón por decisión” , un compromiso a reconciliarse con el perpetrador, el mas significativo “perdón emocional”, un estado interno de aceptación.

El perdón no requiere que nosotros renunciemos a la justicia o que nos tratemos con personas a las que debiéramos despreciar. La ira tiene su lugar en la colección d mociones humanas, pero no debe transformarse en una forma de vida. “Cuando hablo de Perdón, me refiero a olvidar, no excusar a la otra persona o reconciliarnos con ella o aceptar la conducta –dice Worthington- simplemente es abandonar el propio sufrimiento”

Otro siquiatra citado por la revista insiste que el “perdón es un proceso, no un momento. Es algo que debe cultivarse, va contra la tendencia humana natural a buscar venganza y corregir la injusticia” por esa razón recomienda hacerlo con ayuda de amigos, un terapeuta o a traba de la ORACION.

Juan Pablo II extrajo de su fe la fuerza para perdonar a Mehmet Agca, dándonos un ejemplo a todos. El mensaje es el mismo mas allá de lo que este expresado en el lenguaje de la caridad cristiana, la psicología clínica o la sabiduría de Confucio, como lo cita Hallowell: “Si dedicas tu vida a buscar venganza, comienza por cavar dos tumbas”.

EXTRAS NAVIDEÑOS PARA RESPONDER MENSAJES DE NIÑO EN CHIMENEA










EL ARTE DE SER FELIZ

Autor: Lidia González y Teresa de Diego | Fuente: análisis digital/ zenit
El arte de ser feliz, según Ignacio Larrañaga
Entrevista con el Padre Larrañaga autor de más de una decena de libros con los que pretende ayudar al hombre moderno a salir de su angustia y encontrar la felicidad
 
El arte de ser feliz, según Ignacio Larrañaga
El arte de ser feliz, según Ignacio Larrañaga
Habla el fundador de los «Talleres de Oración»

13/05/08

El padre Ignacio Larrañaga, sacerdote franciscano, capuchino, fundador de los Talleres de Oración (http://www.tovpil.org), que han beneficiado a más de diez millones de personas, es uno de los maestros del espíritu de estos inicios de milenio.

Autor de más de una docena de libros que han sido traducidos a más de diez idiomas, ha tenido una enorme influencia con su pedagogía que vincula la oración con la vida concreta, especialmente, con la vida de matrimonio.

Es autor de uno de los libros de espiritualidad de más éxito en estos momentos, «El arte de ser feliz» (LibrosLibres), que ya ha llegado a su séptima edición, con el que pretende ayudar al hombre moderno a salir de su angustia y encontrar la felicidad.

Así lo explica en esta entrevista este misionero, cuya obra, con reconocimiento pontificio, se ha extendido por todos los continentes.

¿Es posible que el hombre sea realmente feliz?

--P. Larrañaga:
 Aunque mágica, la palabra felicidad no deja de ser una palabra equívoca. En realidad nadie es feliz, completamente feliz. Puede haber momentos de éxtasis o exaltación y en esos momentos parece que se ha llegado a la plenitud de la felicidad; pero ¡vana ilusión!, son momentos efímeros, fugaces. Puede haber ráfagas de felicidad, copas de alegría, pero ¿la´ felicidad misma? No. Lo que aborta la felicidad es el sufrimiento, y aquí podemos establecer una ley de proporcionalidad; cuanto más sufrimiento, menos felicidad; cuanto menos sufrimiento, más felicidad. «El arte de ser feliz» enseña a eliminar o aminorar cualquier sufrimiento y, por este camino, enseña no a ser feliz, pero sí a ser más feliz. He ahí el arte.


Un hombre que sufre enfermedad o dolor físico, ¿puede ser feliz?

P. Larrañaga:
 Se puede decir que cualquier dolor corporal ya ha sido eliminado con las medicinas modernas. Pero, ¿y la enfermedad? El problema de la enfermedad no es la perturbación biológica sino la resistencia mental que tiene la angustia. La angustia es el peor aguijón de la enfermedad. Un enfermo inundado de una gran paz es un enfermo feliz.


Este libro enseña precisamente eso: arrancar a la enfermedad su peor aguijón que es la angustia. Transformar la enfermedad en la «hermana enfermedad» y hacer del enfermo un «enfermo feliz». He ahí el arte.

Hoy en día vivimos pensando en tener éxito ¿Cómo prepararnos para aceptar el fracaso?

--P. Larrañaga: 
Es verdad. Estamos inmersos en una sociedad excesivamente competitiva en la que el más fuerte, el más audaz, el más creativo se lleva la palma en una lucha sin cuartel. Por todos partes se oye el grito romano «ay de los vencidos», es decir, «ay de los fracasados». En esta sociedad no hay lugar para los fracasados; ellos son eliminados con crueldad y sin compasión. Usted me pregunta: ¿cómo aceptar el fracaso sin derrumbarse? Francamente no lo sé; o mejor, lo veo imposible. Tal vez, tan sólo en el espíritu de fe y abandono en Dios, podría suavizar el golpe y ayudarlo a mantenerse de pie. Sin fe es inevitable caerse de espaldas, hecho pedazos.

Hay gente que cree que el hombre se tortura con angustias y obsesiones porque piensa demasiado.

--P. Larrañaga:
 No porque piensa demasiado sino porque da vueltas en su mente, e inútilmente, a hechos consumados y episodios tristes. Y de tanto dar vueltas en su cabeza a sucesos tristes de la vida, las personas se hacen temperamentalmente tristes. Los hechos que no tienen solución o la solución no está en nuestras manos ¿para qué darles vueltas en la mente? Hay que dejarlos en manos de Dios.

¿Por qué cree usted que tenemos tanto miedo a que los años se nos pasen y la muerte nos sorprenda sin haber vivido? ¿Cuál es su respuesta a los que temen la muerte?

--P. Larrañaga:
 Es un sentimiento hondo, casi siempre inconsciente pero real: se les van pasando los años y están aproximándose al ocaso de la vida. No les falta nada. Por tenerlo todo, hasta tienen salud fisica y mental, pero están dominados por la sensación de que les falta todo. Si les preguntamos por la razón de su vivir, responderán que no la tienen. Es el vacío, la oscura sensación de que se les va la vida sin haberla vivido. Su existencia no ha sido gratificante. ¿Respuesta a los que temen la muerte? No es fácil responder. Es un fenómeno de gran complejidad. Ese temor, para los que no tienen fe, participa del «horror vacui», horror al vacío. Desde luego es un temor irracional: se debería pensar mil veces en la ley universal de que lo que comienza, acaba, ley respetada por todos los seres de la creación, excepto por el hombre.

Al igual que aprendemos a leer, escribir... ¿tenemos que aprender a ser felices? ¿Depende de nosotros o de las circunstancias que nos toque vivir?

--P. Larrañaga:
 En la época prehumana, los animales no se hacían problemas para vivir. Todos sus problemas los encontraban solucionados mediante mecanismos instintivos con los que resolvían, casi mecánicamente, sus necesidades elementales. Los animales no pueden ser más felices de lo que son. No tienen problemas. No se aburren. El hombre, en cambio, desde que sale a la luz, todo son problemas: tiene que comenzar a respirar, alimentarse, a andar, a hablar... y así, a lo largo de los años, y hasta la muerte, su existencia es un eterno aprender a vivir y ser felices. Es verdad que hay personalidades genéticamente proclives a la tristeza, otras a la alegría. También es verdad que ciertas circunstancias de la vida pueden favorecer u obstaculizar la dicha del vivir. Pero es el lector mismo quien tiene que poner en práctica los medios de autoliberación que el libro entregará y, en un proceso de progresiva superación del sufrimiento humano, avanzar paulatinamente hacia la tranquilidad de la mente, la serenidad de los nervios y la paz del alma.

En la actualidad disponemos de muchos medios materiales, avances tecnológicos... pero la gente parece más individualista, nerviosa, dispersiva, en una palabra, menos feliz. ¿Tendremos que huir a una isla desierta para ser felices?

--P. Larrañaga:
 Efectivamente, la sociedad moderna es asesina, digamos así, porque acaba por desintegrar lo más sagrado del hombre que es la unidad interior y la estabilidad emocional. Y por ahí sobrevienen la dispersión, el estrés, y podemos aproximamos peligrosamente hacia la depresión, y todo esto en medio de la sensación generalizada de desasosiego. Para salvamos de una sociedad tan desestabilizadora no necesitamos retiramos a una isla solitaria. Pero tampoco se nos va a regalar la dicha de vivir como un presente de Navidad. El lector tendrá que someterse a un próceso de autoliberación siguiendo las pautas del libro.

Usted da mucha importancia a la oración, ¿necesita de ella para vivir con alegría?

--P. Larrañaga:
 Pienso absolutamente que el trato de amistad y la relación personal con Dios favorece enormemente, casi decididamente, la libertad interior, la ausencia del miedo y la alegría de vivir. Además sospecho que la oración y la actitud de abandono son el único camino de la paz profunda. De todas maneras pienso que los golpes rudos de la vida nos despedazarán inevitablemente si Dios está totalmente ausente del corazón.

Y si no tienes fe ¿puedes ser igualmente feliz?

--P. Larrañaga:
 Comprendo que puede haber hombres y mujeres completamente agnósticos e igualmente felices. Pero esto por excepción. El hombre, sin fe, tiene que sentir un gran vacío, allá, en la última soledad del ser, en aquel pozo infinito que sólo un infinito puede llenar. En todo caso, todas las reflexiones y orientaciones que entrega «El arte de ser feliz» van dirigidas a los que no tienen fe o la tienen débil.

sábado, 14 de diciembre de 2013

LA MEJOR DE MIS ESTRELLAS



La mejor de mis estrellas


Me senté en la mejor de mis estrellas y pensé en ti, solo en ti, porque sabes; te amo, y por eso hice un mundo, donde pudieras estar, hasta que llegara el momento en que vivieras junto a mi; en ese mundo puse la belleza en una flor, puse tierra y semillas para que pudieras comer, puse el cielo y le di el día y la noche, en el día puse un sol para que sintieras el calor de mi amor, y en la noche puse la frescura para que sintieras sin ver, puse la oscuridad y en ella la luna y las estrellas para que supieras que en la penumbra hay belleza, que la belleza no solo se ve, sino que también se siente y que hice las estrellas para ti.

Puse un mar, en ese mundo puse animales, todos diferentes de forma y color para que los pudieras distinguir, también pensé en ellos y les di un lugar para vivir.

Pensé que te aburrirías si todo fuera del mismo color, por lo que a las plantas les di el verde, al día el azul, a la noche el negro, a las estrellas su brillo y hasta a tus ojos les di color. Permite el mal para que pudieras conocer el bien, puse en tu corazón bondad, amor y también perdón.

Pensé que no podrías estar solo, e hice a una mujer, para que hubiera un cuerpo que diera vida y mande muchos como tu, también pensé que no me entenderías, por lo que te di inteligencia.

Estaba yo feliz, pero luego vi que no sabias pensar y sabes?, Sentí decepción cuando creíste que yo no existía, que todo tenía una explicación científica, y la tiene, porque la puse para que pudieras
entenderme con mayor facilidad.

Y como te amo, de vez en cuando o muy seguido te mando un problema, que es un regalo que te doy para que aprendas a crecer, y aun así, dudas de mi.

Todo el tiempo pienso en ti, y todos los días mando una señal especialmente para ti, y aunque te di ojos te veo ciego, y en el mundo que te regalé sembraste semillas, pero no para comer, sembraste el odio, el egoísmo, la frialdad y las dejaste crecer, y te pedí que las cortaras y no me hiciste caso, porque vives tu mundo material. Y como te hacías sordo a mi voz, decidí escribirte esta carta para recordarte que te amo, y si me has hecho daño, te perdono, yo también siento, y sabes, te pido que me recibas en tu corazón, y que encuentres en mi consuelo, paz y tranquilidad…

Acércate a mi, no necesito decirte quien soy........ Tú ya lo sabes.





PLEGARIA DE CONSAGRACIÓN DEL HOGAR A LA SAGRADA FAMILIA DE NAZARETH


PLEGARIA DE CONSAGRACIÓN DEL HOGAR 
A LA SAGRADA FAMILIA DE NAZARETH

Padre Celestial, que has preparado el hogar de José y María para la llegada de tu Hijo, Jesucristo,  nosotros 
(decir los nombres de todos los miembros de la familia) 
N..., N....., N....
queremos consagrar nuestra familia a la Sagrada Familia de Nazareth. Amén.


EL MENSAJE DE NAVIDAD


El mensaje de la Navidad


Faltaba una semana para la Navidad y la asociación de mujeres de la iglesia había proyectado una fiesta de Navidad en el asilo de ancianos. Tuve que telefonear a todas las asociadas para pedirles que prepararan algún plato y fueran a atender personalmente a los ancianos. La mayoría contestaba que encantada prepararía un pastel, pero que no tenían tiempo para asistir a la fiesta. Me molestó constatar que tan sólo ocho de treinta y cinco asociadas dijeron que vendrían a ayudar y teníamos que servir a casi doscientos ancianos.

Las pocas señoras que se habían comprometido a ayudar colocaban los adornos de Navidad, organizaban las sillas y realizaban los diversos trabajos necesarios para poner en marcha la fiesta. Gladys, la presidenta de la asociación, ya se encontraba tras la larga mesa en la que cada una iba dejando su torta, preparando el ponche y cortando los pasteles. Me acerqué a ella y le dije:
- ¡Qué lástima!  Habría deseado que más señoras hubieran querido ayudar.¿Por dónde quieres que empiece?

La cálida sonrisa de Gladys casi borró mi resentimiento:
- Puedes ayudar llevándole la merienda a los ancianos que no pueden salir de su cuarto.
- Cómo no, dije agarrando una bandeja. ¡Será mejor que comience pronto, pues voy a tardar un siglo en servirles a todos!

Empezó la música y no sé quién se puso a cantar villancicos con los ancianos, que estaban todos reunidos en el inmenso patio del establecimiento. Yo no tenía tiempo de escuchar ni disfrutar las canciones. Me pasé la tarde corriendo de un lado a otro, llevando pasteles y ponche, sin mirar casi ni de reojo a los ancianos que servía.  A cada uno le daba además una bolsa de caramelos y un regalo.

Recorrí todas las alas del edificio, me dolían las piernas de subir las escaleras. Una de las tantas veces que subí, una viejita que llevaba un vestido estampado, rasgado y desteñido me tocó el brazo y me dijo tímidamente:
- Perdone, señorita. ¿Tendría la bondad de cambiarme el regalo?
Me volví hacia ella irritada y repliqué:
- ¿Cambiarle el regalo? ¿Por qué? ¿Es que le tocó uno de hombre?
- No, no... dijo vacilante. Es que me tocaron perlas. Las perlas representan lágrimas y yo ya no quiero más lágrimas.

Pensé: ¡Qué superstición más tonta! ¡Hay que ver cómo está el mundo! ¡Deberían agradecer cualquier cosa que les dieran!
- Lo siento. Ahora estoy muy atareada.  A lo mejor después se lo puedo cambiar.

Me fui corriendo para llenar otra vez la bandeja y me olvidé al instante de la señora.

Con la bandeja llena de tortas llegué corriendo a la sección de mujeres, en la planta baja. Abrí la puerta del cuarto apoyándome de espaldas y una vez dentro, di la vuelta; cuando vi lo que había allí, me estremecí de tal modo que la bandeja me empezó a temblar en mis manos.  ¡En aquel cuarto feo y deslucido, acostada en un camastro de sábanas grises y con un camisón raído, estaba mi madre!  ¿Mamá?  ¡No puede ser!  ¡Mamá está muerta! y de estar viva, no se encontraría en un lugar así. Se trataba de un asilo para ancianos sin familia, gente pobre y enferma que no tenía donde estar ni quien la cuidara.

No podía ser; los ojos me estaban haciendo una jugarreta.  Cuando volví a abrirlos pude ver mejor a la mujer demacrada que ocupaba el cuarto. No era mi madre, sino una viejita de cabello gris y ojos azules, que ni se parecía mucho a ella. ¿Qué me habría pasado que pensé que esa pobre mujer era mi madre?  Sería la madre de otro, no la mía. Entonces, ¿por qué no me sentí aliviada? Todo lo contrario, me embargó un dolor inmenso y se me hizo un nudo en la garganta.

Sin pronunciar palabra, volví a salir justo a tiempo para que no me viera llorar. Por el oscuro pasillo retorné a la mesa en la que se encontraba Gladys trabajando, muy animada. Se me debía de notar lo mal que me sentía, porque su expresión cambió en cuanto me vio y me dijo:
- ¿Qué te pasa, Betty? me preguntó, rodeándome con el brazo.
- Es que vi a mi madre... dije sollozando. ¡Acabo de ver a mi madre allí en un cuarto! No puedo seguir.
- Lo que te pasa es que estás agotada. Tómate un descanso.

Varias personas que se encontraban por allí cerca empezaron a mirarme. Agarré una servilleta y me fui corriendo para que no me vieran llorar.  Me dirigí a un rincón de la sala donde no había luz y me senté sollozando:
- Señor recé, ¿qué me pasa? ¿Me estoy volviendo loca?, y casi al instante oí su respuesta, que no me llegó con palabras audibles sino en mis pensamientos: «Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres... y no tengo amor, de nada me sirve.».

Caí en la cuenta de que esas palabras iban sin duda alguna dirigidas a mí.  Ese día yo había preparado tortas, caminado kilómetros, llevado comida a muchas personas, pero, ¿para qué? ¿A quién había estado sirviendo?  ¿A quién había tratado con cariño?  ¡Ni siquiera me había molestado en mirar a nadie!  Los ancianos no significaban nada para mí, ni veía sus rostros... hasta que vi en alguien que sufría el rostro amado de mi madre. Entonces cobraron vida para mí los ancianos:
- Perdóname, Señor dije en voz baja. Lo he hecho todo al revés. Tengo que volver a empezar.

Respiré profundamente, me enjugué las lágrimas y volví a la mesa de los pasteles. Gladys me miró desde donde estaba ocupada y me dijo:
- Ya has hecho bastante por hoy, Betty. ¿Por qué no te vas a casa a descansar?
- No me pidas que me vaya le respondí. En realidad, recién voy a empezar como debe ser.

Cuando estaba a punto de irme cargando otra bandeja, de pronto me acordé:
- Gladys, ¿tienes otro regalo para señoras? Tengo que cambiar uno.

Ella me pasó una cajita que contenía un broche de piedras rojas con forma de corazón:
- Gracias, es ideal le dije, agarrándola y alejándome deprisa hacia el patio.

Haz que encuentre a esa mujer, oré para mis adentros. Ni me había molestado en mirarle la cara. Había estado demasiado ocupada para prestarle alguna atención. Busqué entre todos los ancianos, de fila en fila. A todos se les veía contentos, cantando villancicos mientras resonaba la música. Por primera vez en todo el día, empecé a sentirme feliz. Entonces vi el andrajoso vestido estampado. La señora estaba sentada contra la pared, sola, teniendo en su regazo los caramelos sin desenvolver y las perlas. Se veía muy triste y desdichada. Me acerqué corriendo y le hablé:
- La he buscado por todas partes. Tome, le traje un regalo diferente.

Alzó la vista sorprendida y luego, casi como quien pide perdón, agarró la caja y la abrió. Los ojos se le iluminaron y sonrió de oreja a oreja encantada:
- Muchas gracias, señorita exclamó, es muy bonito.

De nuevo se me hizo un nudo en la garganta, pero esta vez no me importó:
- Deje que se lo coloque le dije. Y déme esas perlas, que ninguna falta nos hacen las lágrimas en Navidad.

Cuando me fui, la dejé cantando en el patio con los demás y me dio la impresión de que se me quitaba un peso tremendo de encima.  Sólo me quedaba una cosa por hacer antes del fin de la fiesta: volver al cuarto de la sección de mujeres, en la planta baja. De alguna forma tenía que darle las gracias a aquella anciana, pero no sabía cómo. Cuando empujé la puerta, me encontré a la señora sentada en la cama, comiéndose la torta y cuando entré sonrió:
- Feliz Navidad mamita, le dije.
- ¡Qué bueno que haya vuelto me contestó! Quería darles las gracias a todas las señoras por venir y hacernos la fiesta. Me gustaría hacerle un regalo, pero no tengo nada que le pueda dar. ¿Le puedo cantar una canción?

Ya no me podía contener más y asentí con la cabeza. Me senté en la cama mientras ella me interpretó, con voz chillona, tres estrofas de una canción muy triste que jamás había escuchado en mi vida. Pero el resplandor de sus ojos pudo más que la letra y dejó en mí bien claro el mensaje de la Navidad: ¡Compartir con los demás!

Autor desconocido

LA NAVIDAD



LA NAVIDAD 

La Navidad es la época más linda y esperada del calendario. Significa reunión de familias, de padres e hijos, de hermanos, parientes y amigos. Época de reflexionar sobre nuestros aciertos y desaciertos, sueños, esperanzas y logros.

La música de Navidad alcanza las cuerdas más sensibles de nuestro corazón y lo hacen vibrar con alegría. Es época de recordar que todos formamos parte de un todo, que todos somos hermanos y estamos unidos por lazos invisibles. No somos seres aislados, todo lo que hacemos tiene efecto en los demás.

Aprovechemos esta Navidad para perdonar a todos aquellos que nos ofendieron de palabra y de obra. Empecemos el Año Nuevo con el corazón aligerado por el perdón y enriquecido por el Amor. 

Compartamos nuestra alegría y nuestra mesa con alguien que esté solo, que no tenga familia o que se sienta triste. Ese invitado representará la figura de Dios. 

Y así podremos recibir la bendición de un Nuevo Año 2014.

DESALOJANDO EL PESEBRE


Desalojando el pesebre


Recientemente fue noticia que el papa Benedicto XVI, en su tercer libro sobre Jesús, hace referencia a que probablemente en el pesebre en el que nació Jesús no haya habido ni buey ni burrito.

De hecho, el Papa está ciñéndose a los textos evangélicos, que en ningún momento mencionan a esos animales. Sin embargo, este dato, más bien folclórico, ha causado sensación. Muchos se preguntan: ¿qué vamos a hacer ahora con los pesebres navideños? ¿Tendremos que sacar los animalitos con lo bien que quedaban?

Es un hecho menor, sin duda, una anécdota; pero debo confesar que me gusta que el Papa comience a desalojar el pesebre de tanto agregado que oscurece lo central de la fe cristiana.

Si se mira bien, la presencia de esos animales es tan accesoria como toda la parafernalia navideña que le hemos agregado al nacimiento de Jesús a través de dos mil años de cristianismo.

Lo esencial –para la fe cristiana– es un niño que nace pobre, de una familia pobre y que es recibido por hombres y mujeres de buena voluntad (el texto del evangelio de Lucas dice que el nacimiento es buena noticia para “los hombres de buena voluntad”). Y son estos hombres de buena voluntad –todo según Lucas– los que se arriman a visitar a la familia pobre en aquel establo.

Menos es más

Tal vez en aquel pesebre tampoco hubo reyes magos (sólo el evangelio de Mateo los menciona, y lo hace para señalar simbólicamente que Jesús es un nuevo rey de sabiduría al que rinden culto los sabios; no parece un hecho histórico probable).

Hasta los ángeles son inciertos (al menos, no serían con alas y coros celestiales). Lo que sí es más probable es que una familia pobre fuera visitada y ayudada por otros pobres (los pastores) que acostumbran ser solidarios con los que están tan mal como ellos.

Mucha agua ha pasado bajo el puente del cristianismo. Mucho le hemos agregado al pesebre hasta transformarlo en algo folclórico, tierno... inofensivo. Somos responsables –como Iglesia– en haber transformado en algo simpático un hecho dramático.

El mensaje de la Nochebuena –para los cristianos– no es sólo la buena noticia del nacimiento del hijo de Dios; es también la “mala noticia” de que no hay lugar para Él, porque no hay lugar para los pobres.

Por ser pobre, el Niño debe nacer donde se pueda: no hay hotel, ni casa de plan, ni country... ¡Al pesebre!

Ese es su lugar –y el de Dios– en nuestra sociedad tan llena de afán de consumo, de compras navideñas, garrapiñada y pesebres en los shoppings, acompañados por un señor gordo venido del norte y vestido de rojo.

Lo malo de un pesebre tan simpático y poblado de personajes anecdóticos es que lo hemos adornado de tal modo que hemos terminado naturalizando su pobreza, haciéndola simpática. Y la pobreza es cruel.

Los pobres –también hoy– van al establo, al final de la fila: en el reparto, en los planes de gobierno, en la educación, en el acceso a la salud, a la justicia, al empleo legal; son –eso sí– los primeros a la hora de los ajustes y recortes.

Los imprescindibles

Se me hace que los únicos imprescindibles en este pesebre navideño (además de María, José y el Niño, obviamente) son los hombres de buena voluntad a los que los ángeles les auguran paz.

Estos son esenciales, vengan de donde vengan. Ellos son los que ayudan a que el mundo sea un poco mejor. Son imprescindibles para que no nazcan más niños en el crudo pesebre de la exclusión y la pobreza.

Está bien que se vaya desalojando el pesebre de tanto folklore y vaya quedando lo esencial: Dios solidario con los pobres, denunciando desde un establo la exclusión; Dios entrando al mundo por la puerta de atrás para mostrarnos el camino de la fraternidad y la solidaridad; y muchos hombres y mujeres de buena voluntad (de cualquier raza, religión o ideología) dando una mano para que la Paz y el Amor de la Nochebuena se vayan haciendo realidad noche y día, todo el año.

Rafael Velasco sj
Rector de la Universidad Católica de Córdoba

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