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miércoles, 4 de diciembre de 2013
PREPARAR PARA LA NAVIDAD CON LA ORACIÓN
Autor: SS Francisco | Fuente: Catholic.net Preparar para la Navidad con la oración | |
La oración, la caridad y la alabanza, con el corazón abierto para que el Señor nos encuentre. | |
Fragmento de la homilía del Papa Francisco en Santa Marta el 2 de diciembre 2013 Prepararse para la Navidad con la oración, la caridad y la alabanza: con el corazón abierto para dejarse encontrar por el Señor que todo lo renueva. En el Adviento empezamos un nuevo camino, un "camino de la Iglesia ... hacia la Navidad". Vayamos al encuentro del Señor, porque la Navidad no es sólo un acontecimiento temporal o un recuerdo de una cosa bonita. La Navidad es algo más: vamos por este camino para encontrarnos con el Señor. ¡La Navidad es un encuentro! Y caminamos para encontrarlo: encontrarlo con el corazón; con la vida; encontrarlo vivo, como Él es; encontrarlo con fe. El Señor, en la palabra de Dios que escuchamos, se maravilló del centurión: se maravilló de la fe que el tenia. Él había hecho un camino para encontrarse con el Señor, pero lo había hecho con fe. Por eso no sólo él se ha encontrado con el Señor, sino que ha sentido la alegría de ser encontrado por el Señor. Y este es precisamente el encuentro que nosotros queremos: ¡el encuentro de la fe! Pero más allá de ser nosotros los que encontremos al Señor, es importante "dejarnos encontrar por Él" Cuando somos nosotros solos los que encontramos al Señor, somos nosotros –digámoslo, entre comillas – los dueños de este encuentro; pero cuando nos dejamos encontrar por Él, es Él quien entra en nosotros, es Él el que vuelve a hacer todo de nuevo, porque esta es la venida, lo que significa cuando viene Cristo: volver a hacer todo de nuevo, rehacer el corazón, el alma, la vida, la esperanza, el camino. Nosotros estamos en camino con fe, con la fe del centurión, para encontrar al Señor y, sobre todo, ¡para dejar que Él nos encuentre! Pero se necesita un corazón abierto:¡para que Él me encuentre! Y me diga aquello que Él quiere decirme, ¡que no es siempre aquello que yo quiero que me diga! Él es Señor y Él me dirá lo que tiene para mí, porque el Señor no nos mira a todos juntos, como una masa. ¡No, no! Nos mira a cada uno a la cara, a los ojos, porque el amor no es un amor así, abstracto: ¡es un amor concreto! De persona a persona: el Señor persona me mira a mí persona. Dejarse encontrar por el Señor es precisamente esto: ¡dejarse amar por el Señor! En este camino hacia la Navidad, nos ayudan algunas actitudes: Por tanto: la oración, la caridad y la alabanza, con el corazón abierto para que el Señor nos encuentre. |
martes, 3 de diciembre de 2013
¿Cómo orar en Adviento y en Navidad?
Autor: P. Evaristo Sada LC | Fuente: la-oracion.com ¿Cómo orar en Adviento y en Navidad? | |
Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron... ¿Habrá posada para el Verbo encarnado en nuestros días? | |
Quisiera sugerir algunas pautas para orar en Adviento: 1. Contemplar el misterio de la encarnación: La encarnación del Verbo es la entrada de la presencia de Dios en el mundo y en la historia. El mundo de la carne busca a su Creador. El mundo de la Gracia busca al hombre. El Verbo encarnado es el lugar de encuentro de las dos búsquedas. La divinidad habita corporalmente en Jesús de Nazaret y así encuentra descanso la doble búsqueda. "Se anonadó a sí mismo, tomando la forma de siervo y haciéndose semejante a un hombre." (Flp 2,7) Nuestra fe se pone a prueba: "esto no puede ser", el Trascendente no puede ser tan cercano, no puede ser que se vuelva tangible, de carne y hueso, un bebé indefenso; es demasiado que Dios llegue al extremo de hacerse siervo. Tenemos aquí la prueba más convincente del gran amor con que Dios nos ama, de su incomprensible predilección por el hombre. Dios prueba su amor, el hombre debe probar su fe. En Adviento y Navidad contemplamos el rostro de Dios que por amor se acercó a nosotros y vive en medio de nosotros. Más cercano está de quien más se acerque a contemplarle. Estar allí contemplándolo con mucho amor es acercarse; eso es lo que obra el amor: una creciente cercanía. 2. Dar posada al Redentor que ha venido, pero aún debe ser acogido. La Redención la ha realizado Cristo con su encarnación, muerte y resurrección, pero aún debe verificarse en cada uno y eso depende de la acogida personal. Dios nunca se impone al hombre, siempre pregunta. Dios es mendigo de la acogida por parte del hombre; se toma muy en serio su libertad. La respeta hasta el grado de verse humillado. Con paciencia, nuestro Dios sigue tocando la puerta. La plenitud de los tiempos ya ha llegado con la venida de Cristo, pero no se ha cumplido del todo: se realiza o no en cada persona, que libremente lo acepta o lo rechaza. Lo acepta cuando permite que el amor de Dios le impregne del todo, cuando su persona se cubre con la sombra luminosa del Espíritu Santo y Él obra su transformación en Cristo, a través de una sinergia de donaciones repitiendo la historia de la Madre de Dios. El Redentor es acogido cuando cada uno vive una vida cristiana, una vida en Cristo, no una doble vida, donde aún se reserva algo para sí, sin tomar completamente en serio la búsqueda de la santidad. "Cuando venga Él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hacia la verdad completa (Jn 16,13) La radicalidad de la irrupción de Dios en la historia por la encarnación del Verbo es la que Jesucristo pide hoy de cada uno de sus hijos por la aceptación libre e incondicional del Espíritu Santo, la ley del amor, en la propia vida. En ese sentido, Adviento es tiempo de conversión, por eso el ornamento morado en la misa: "El Padre celestial, que en el nacimiento de su Hijo unigénito nos manifestó su amor misericordioso, nos llama a seguir sus pasos convirtiendo, como él, nuestra existencia en un don de amor. Y los frutos del amor son los «frutos dignos de conversión» a los que hacía referencia san Juan Bautista cuando, con palabras tajantes, se dirigía a los fariseos y a los saduceos que acudían entre la multitud a su bautismo." (Benedicto XVI, 9 de diciembre de 2007) 3. Adorarlo con corazón de pastor y de ángel. "Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los cielos" (Mt 18,3) Para entrar a la cueva de Belén hay que hacerse pequeño, como niño. Los pastores y los ángeles tienen corazón de niño. El niño tiene una mirada pura, se maravilla de todo, todo lo disfruta, es capaz de dar amor y de recibir amor con humildad y corazón de pobre. Los pastores y los ángeles se dieron el tiempo para centrarse en lo esencial: la contemplación del hijo de Dios que habita en medio de nosotros. Los pastores dejaron sus ganados, los ángeles dejaron el cielo; todos se juntaron para adorar a Dios en los brazos de María. Adviento y Navidad deben ser tiempos de más calma para pasar más tiempo junto a Cristo Eucaristía. Sí, hay que tener el valor de romper esquemas y centrarse en lo esencial. Que esta Navidad, Cristo sea el mejor atendido y el más amado. |
¿QUÉ SIGNIFICAN LOS COLORES DE LA CORONA DE ADVIENTO?
¿QUÉ SIGNIFICAN
LOS COLORES DE LA CORONA DE ADVIENTO?
• Significado. El círculo de follaje verde, recuerda la eternidad de Dios y nos hace pensar en los miles de años de espera del Mesías, desde Adán hasta su nacimiento y, en la actual espera de la segunda venido de Cristo. El color verde significa la esperanza de la vida.
Las cuatro velas que se colocan alrededor, significan la luz que disipan las tinieblas del pecado, son tres de color morado, que hablan del deseo de conversión y una rosa que habla de la alegría vivida con María, por la inminente llegada de Jesús.
La vela blanca del centro es la Luz de Jesús que con su nacimiento, viene a iluminar definitivamente la vida del hombre.
• Celebración. Es una costumbre que reúne a la familia, pues es allí en donde se sugiere la celebración. La familia unida hace una oración en torno a la corona, con alguna meditación alusiva a las lecturas dominicales; se enciende una vela cada semana cantando algo que hable de la espera del Salvador. La noche del 24 de diciembre con las cuatro velas encendidas, se enciende por último la vela blanca cantando villancicos y se "acuesta al niño Jesús" en el nacimiento, como de costumbre, desde luego después de haber leído el Evangelio del relato del Nacimiento en Belén y de haber hecho una reflexión y oración todos juntos. Generalmente en los templos se reparten hojas con oraciones sugeridas para esta celebración.
ADVIENTO
ADVIENTO
En Adviento, quien desespera,
es porque no espera ni quiere esperar en nada ni en nadie
En Adviento, quien no espera,
es porque –tal vez- sólo espera en sí mismo
En Adviento, quien aguarda,
es porque sabe que lo bueno está por llegar
En Adviento, quien confía,
es porque intuye que Alguien está por llegar
¿Qué tienes Adviento que truecas la noche en día y transformas la soledad de vértigo en compañía?
¿Qué tienes Adviento que nos empujas y nos animas contra toda desesperanza?
¿Qué tienes Adviento que nos despiertas del letargo de la monotonía?
¿Qué tienes Adviento que levantas nuestra vista hacia el horizonte?
Tienes la luz que iluminará la noche más estrellada de la Navidad.
Posees el despertador que espabila la fe dormida o amordazada.
Tienes, más allá de la Navidad, la llegada de Aquel que de una vez por todas vendrá hasta nosotros.
Escondes, en ti mismo, la fuerza que nos invita a pensar en un Dios que viene al encuentro del hombre.
¿Qué nos das, Adviento, para que en ese dar, siempre siembres un poco de paz y de sosiego?
¿Qué secreto te traes entre manos, Adviento, para que se nos vayan desvelando tantos misterios?
¿Qué grandeza nos descubres, Adviento, para que el corazón vuelva del rencor al amor y el hombre de la violencia a la paz?
Fluyes en la Palabra que, según se había
entretejido desde antiguo, por fin se cumple.
Regalas la capacidad de asombrarnos
ante un mundo que nos adormece.
Presentas, entre otras cosas, la caricia de Dios que hace que desparezca la parte más negativa del ser humano.
Gracias, Adviento, porque haces de nuestra mente
un pensamiento para Dios
Gracias, Adviento,
porque nos invitas a volvernos sobre nosotros mismos.
Gracias, Adviento, porque cuentas con nosotros
como vigilantes de un gran amigo.
Gracias, Adviento, porque aún siendo hijos de Dios, sabemos que tenemos mil defectos que dejar en el camino, para poder entrar con libertad, sin dificultades y con amor en Belén.
lunes, 2 de diciembre de 2013
SEÑOR, QUE CASA NO HALLASTE ....
SEÑOR, QUE CASA NO HALLASTE
Señor que casa no hallaste cuando naciste en Belén
hoy te ofrezco la mía, mi casa será Belén.
Tú que eres luz y eres vida, ven a mi vida otra vez
y te cuidaré como te cuidó María, como te cuidó José.
Mi casa será Belén, si vive mi puerta abierta
y si mi mente está alerta, al resplandor de la fe.
La fe que tuvo María, la fe que tuvo José
Mi casa será Belén si doy mi llave a los pobres
y si sé amar a los hombres con el amor de tu ley.
Igual que amaba María, Igual que amaba José.
Cuando te llevan al templo para cumplir con la ley
te ofreciste al Padre y yo te ofrezco también
yo te ofrezco hoy mi vida junto a María
y mi amor junto a José .
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